"Vendo mi riñón" es una frase que cada vez escuchamos más seguido quienes nos dedicamos o estamos ligados al trabajo de la donación y los trasplantes de órganos y tejidos.
Es también un tema que se ha estudiado mucho en años recientes. En una próxima publicación escribiré acerca de la Declaración de Estambúl y lo que en ella se estableció al respecto de la venta de órganos y tejidos en el mundo y el turismo de trasplante.
Por ahora y en esta publicación, únicamente quiero expresar mi opinión al respecto.
Primero, quiero distinguir la compra - venta de un órgano, del tráfico de órganos.
El primer caso, que es el que me atañe en esta publicación, es cuando alguien, sin intermediario, quiere vender un riñón, dado que es el único órgano par que podemos vender sin deteriorar nuestra salud. Generalmente la persona que lo quiere hacer es porque desea dinero a cambio. Una vez que logra vender su riñón, esta actividad cesa ya que el propósito era conseguir el dinero por la venta del riñón y quien lo compra no busca otro debido a que lo que necesitaba era un sólo riñón. Quiero destacar que esta actividad es ilegal y es castigada en nuestro país como en muchos otros.
El concepto de tráfico de órganos implica un intermediario organizado ( individuo o grupo ) cuyo propósito es hacerse de órganos y tejidos para su venta a personas que los necesitan. Esto es, el acto de venta no termina con el trasplante de un órgano, sino que continúa como una actividad rutinaria. En este último caso, hago énfasis de que esto no sucede en México. Y lo digo en serio, sin mentir. Las razones de que no exista son muchas y variadas. Ya antes escribí al respecto en este Blog.
En segundo término, el tema de la venta de órganos en el mundo, me gusta resumirlo y tratarlo como un problema económico. Esto es, se trata de la demanda de un producto cuya oferta en el mercado es muy baja. Alta demanda, baja oferta. Se necesitan muchos riñones, se cuentan ( en donación ) con muy pocos.
¿Y qué nos dice la economía a este respecto? lo que la Ley de la oferta y la demanda dice en casos así es que el precio de un producto de alta demanda y poca oferta subirá y subirá. Mientras haya alguien que pueda pagar por un producto escaso su precio seguirá subiendo hasta que, hipotéticamente, sólo existan tres o cuatro individuos capaces de pagar dicho precio. Como consecuencia de este fenómeno el producto se convierte aún más inaccesible de lo que ya estaba. La mayoría de las personas nunca podrán pagar su precio y quedarán marginadas de comprarlo.
Regresando a la venta de riñones para trasplante, si se permitiera la libre compra y venta de ellos, el precio subiría mientras haya alguien que lo pueda pagar. Esto nos llevaría inexorablemente a un precio tan alto, que la mayoría de las personas de un país nunca lo podrían pagar. Además, otro factor a considerar, es que aquellas personas que querían antes donar desinteresadamente un riñón lo pensarían dos veces y tal vez, cambiarían de opinión al contar con la posibilidad de recibir dinero a cambio. Lo que significaría la disminución de los trasplantes, y por tanto la condena de muerte de miles de personas al acabarse los riñones en donación y conseguirse únicamente a precios inaccesibles para la mayoría.
Finalmente, en estas circunsatncias, mi opinión al respecto no puede ser otra más que la de estar en contra de la venta de un órgano o tejido. Al ser una persona que he sido bendecido por la donación desinteresada de tres riñones cadavéricos a lo largo de 33 años, mi primordial interés es que existan muchas, miles de personas que sean igualmente bendecidas con un trasplante, y para ello necesitamos muchas donaciones que regalen muchos riñones, hígados, corazones, pulmones y tejidos de todo tipo.
Actualmente existe en el mundo una gran discusión acerca de si regular o no, el mercado de la venta de órganos. No es para nada un tema fácil, sus implicaciones no son sólo médicas, sino éticas. En otra publicación escribiré al respecto.